¿Qué gigantes? dijo Sancho Panza. Aquellos que allí ves, respondió su amo, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas. Mire vuestra merced, respondió Sancho, que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que volteadas del viento hacen andar la piedra del molino. Bien parece, respondió Don Quijote, que no estás cursado en esto de las aventuras; ellos son gigantes, y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.

El ingenioso hidalgo don Quixote de la Mancha. Capítulo VIII

25 jul 2010

Juegos de guerra ('Pa habernos matao')

Durante la segunda mitad del siglo XX se vivió una de las situaciones más extrañas - y peligrosas - a las que se haya enfrentado la humanidad. Con el desarrollo de las armas nucleares y su producción en masa por parte de dos superpotencias enfrentadas surgió un nuevo orden mundial. No era la primera vez que dos potencias se enfrentaban por conseguir la hegemonía, sin embargo esta vez había una diferencia fundamental. La posesión de un arsenal nuclear de grandes dimensiones garantizaba que un enfrentamiento directo entre las dos no acabaría con un bando vencedor, sino con dos perdedores. Bueno, y con el mundo literalmente destruido. El desarrollo de la estrategia de la destrucción mutua asegurada implicaba que si alguna de las dos potencias iniciaba un ataque nuclear, la otra sería capaz de responder con un contraataque igual de devastador, lo que garantizaría que tanto el atacante como el atacado - y el resto del mundo - acabarían destruidos.

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